Aprender a leer y a escribir es, probablemente, el hito más importante y también el más desafiante de la educación que recibimos, desde el ámbito académico, en la primera infancia. Por ello, comenzar a
sentar las bases de la lecto-escritura desde los 3 años se ha transformado en estos tiempos en una prioridad, en una forma de asegurar la
eficacia del proceso de alfabetización y como consecuencia, del
éxito académico y profesional.
Para conocer más sobre cómo se lleva adelante el proceso de lecto-escritura en Apdes, dialogamos con la
Dra. Rufina Pearson, psicopedagoga, magister en educación especial y directora de JEL aprendizaje
-¿Cómo se trabaja la lecto-escritura desde el nivel inicial?
Desde
Apdes Jardines buscamos dar una enseñanza sólida, que siga los lineamientos de la investigación y de las neurociencias, innovando y reflexionando continuamente acerca de cuál es la mejor manera de enseñar. En este sentido, la evidencia demuestra que
es importante trabajar desde los 3 a los 5 años las bases de la lectura y escritura, en cuanto se sabe que si se trabaja en ello, los alumnos alcanzarán con mayor eficacia una buena alfabetización.
- Últimamente escuchamos hablar mucho sobre “conciencia fonológica” vinculada a la lecto-escritura ¿de qué se trata?
“Conciencia fonológica” es la habilidad para manipular los sonidos aislados del habla en forma mental. Estudios realizados en diversas lenguas demuestran que
existen dos funciones críticas para aprender a leer: conciencia fonológica y conciencia de letras. Estas habilidades se influencian recíprocamente y ambas, juntas, inciden en el desarrollo de la lectura. Entrenando en una destreza, debería ayudarse a mejorar la otra.
En síntesis,
la conciencia fonológica es el precursor y base de la comprensión del principio alfabético, y junto con la enseñanza de las letras y oportunidades de escritura, les damos a nuestros alumnos lo que necesitan para empezar a transformar su cerebro hablante en un cerebro lector.
-¿Cambia el cerebro cuando se desarrolla la alfabetización?
Sí, los estudios de neuroimagen muestran que
el cerebro cambia neurobiológicamente al alfabetizarse y eso ocurre de manera más eficaz cuando se tienen las bases lingüísticas: desarrollo oral, conciencia fonológica y enseñanza adecuada y temprana. Esta perspectiva, no sólo brinda fundamentos sólidos para todos, sino que permite detectar posibles dificultades y anticiparse a ellas, porque se sabe que trabajando así, todos aprenden, incluso los que podrían tener alguna dificultad.
-¿Es igual el proceso de aprendizaje para la lectura que para la escritura?
La escritura es un proceso complejo que involucra aspectos cognitivos y afectivos de la persona.
Para aprender a escribir, el cerebro desarrolla habilidades de alto y bajo nivel cognitivo. Las de bajo nivel cognitivo se refieren a la automatización de los grafismos y a la comprensión de que éstos simbolizan sonidos del habla. Al principio, este proceso genera una alta demanda de recursos cognitivos, por lo cual se dificulta la atención para organizar ideas. Inicialmente escriben en forma escueta y desordenada porque la atención se la llevan los grafismos y su correspondencia con los fonemas.
Una vez que se automatizan estos procesos, el niño puede empezar a poner más atención a la calidad de su escritura, al vocabulario que utiliza, a pensar en cómo organizar esas ideas que tiene en mente y plasmarlas por escrito, éstas son las habilidades de alto nivel.
En paralelo, hay aspectos afectivos y expresivos que entran en juego cuando escribimos. A través de la escritura las personas comunican ideas y pensamientos, demuestran sus emociones y expresan sus experiencias, dejando grabada algo su individualidad en el texto.
-¿Cómo se implementa el aprendizaje de la lecto-escritura en el aula, en el día a día?
Desde sala de 3 trabajamos en estos precursores, abordándolos de manera lúdica. Los niños aprenden a analizar el lenguaje oral atendiendo a los sonidos iniciales, finales y a representar con letras lo que detectan. Juegan con material multisensorial y lo aplican en todos los proyectos didácticos.
Se fomenta también la “metacognición” es decir, el que puedan explicar cómo aprenden, cómo hacen lo que hacen, poner en palabras sus ideas.
-¿Cuáles son los beneficios de iniciar la lecto-escritura en sala de 3?
Uno de los beneficios más importantes es que
nuestros alumnos se convierten en pensadores críticos y autónomos no sólo para las áreas de aprendizaje, sino también para la vida. Para sala de 5, ya muchos aprenden a leer y escribir palabras, y no es “escolarizar el jardín”, es darles la base sólida para iniciarse en la alfabetización de forma eficiente cuando inicien el primer grado en el
Colegio. Desde hace más de 15 años que trabajamos de esta manera y los resultados que obtenemos son excelentes. Nuestros alumnos llegan a primer grado preparados y esto asegura una alfabetización eficaz. También nos permite detectar a los que tienen alguna dificultad para que las mismas se aborden en forma temprana.
¡Muchas gracias Rufina Pearson!